¿Qué
se entiende por calidad educativa? ¿Qué aspectos se deben tomar en cuenta para
llevarla a cabo?
Hoy en día, la crisis
educacional que afecta a nuestro país, ha generado que la sociedad, en su
conjunto, se manifieste por una educación de calidad y equidad. El problema que
actualmente existe en el sistema educativo, ya no es un problema solamente de
los estudiantes, sino un problema país.
Los
estudiantes fueron los primeros que cuestionaron y pusieron, en tela de juicio,
el sistema educacional chileno, movilizándose con marchas multitudinarias,
paros, huelgas, etc. Sin embargo, manifestarse a favor de una educación de
calidad, no es sólo tarea de los estudiantes, sino que involucra a toda una
sociedad, puesto que, es la formación de las personas la que determina una
sociedad. Por lo mismo, el “movimiento estudiantil” se ha transformado en un “movimiento
social” y a medida que pasa el tiempo, son cada vez más los que desean
participar.
Hablar
sobre la educación en Chile se ha vuelto un tema de conversación cotidiano entre
las personas. Es por esto, que es fundamental que al momento de opinar y/o
comentar sobre las demandas del movimiento, sepamos de qué estamos hablando. ¿A
qué nos referimos cuando pedimos una mejor calidad de la educación?
Primeramente, el concepto de “Calidad de la educación” es un concepto
polisémico, ambiguo, confuso e impreciso, por ende, es difícil entregar una
definición exacta que abarque todos los aspectos que posee.
…”una mayor claridad acerca de lo que
entendemos por calidad permitirá, a su vez, actuar sobre el mejoramiento de
ella”.[1]
Esta cita nos invita a que, primero que todo, tratemos de aclarar este
concepto tan ambiguo y confuso, de manera que podamos mejorarla en la práctica.
Cuando
se habla de calidad, se hace referencia al valor que se le asigna a un proceso
productivo en términos comparativos, lo cual deja entrever que se trata de un
análisis arbitrario, basado en un juicio que estima el valor de algo. Si se
orienta esta definición hacia el concepto de calidad de educación, se puede
afirmar que es un valor subjetivo, ya que el valor que adquiere, depende de la
perspectiva social, cultural, política e histórica en la que se enmarque. Por
lo tanto, hablar de calidad de la educación, es hablar de lo que es y de lo que
puede llegar a ser y aún mas, lo que debe ser para una sociedad, siempre
apuntando hacia tiempos futuros.
El
tema sobre la calidad en educación se viene abarcando desde hace varias décadas
en Latinoamérica. Esta problemática se hace presente a principios de la década
de los 90, cuando tras varios estudios, se revela que los sistemas educativos
de la región dieron prioridad al aumento
de la cobertura escolar, aumentando considerablemente el número de alumnos
matriculados en las escuelas durante la enseñanza primaria, destinando mayores
recursos a la educación, bajo el supuesto de que existía una cercana relación
entre el nivel de enseñanza alcanzado y el desarrollo económico de un país.
Pero las cifras indicaron lo contrario, ya que se acrecentó la deserción escolar
y los índices de repitencia, coartando de plano la relación que supuestamente
existía entre educación y economía. De esta manera se dedujo que la masificación de la educación había sido
acompañada de una significativa perdida de su calidad. Los esfuerzos expansivos
de las décadas anteriores lograron asegurar a la mayoría de los niños en edad
escolar el acceso a la escuela pero no a la educación[2].
Para
dar con una pista que sugiera realmente cuales son los factores que influyen en
la calidad de la educación, diversas publicaciones han determinado varios
factores que son relevantes para la formación de este concepto, que van desde
contenidos, métodos pedagógicos, formación de los docentes, hasta la
infraestructura inmobiliaria. Investigaciones centradas en estos factores
intentaron medir el rendimiento escolar basado en aspectos cuantitativos de la
educación como índice de calidad, desde una visión objetiva, basada en lo
observable, lo cual genero limites, ya que este tipo de variables no consideraba
factores fácilmente mesurables, como por ejemplo, los fenómenos culturales.
Se plantearon teorías
curriculares que buscaron conceptualizar la calidad de la educación, entre las
cuales se puede destacar aquella basada en la “ideología social”, de gran predominancia
en el sistema educativo latinoamericano, donde se postula que la calidad está
relacionada con la eficacia del sistema, basándose netamente en resultados, es
decir, en el rendimiento académico de los estudiantes, sin contemplar factores
como la eficiencia y el control. Y en otra arista, se encuentra aquella
cimentada en la “reconstrucción social”, la cual centra la relevancia en los
destinatarios, en quienes reciben la educación y las demandas de estos mismos,
es decir, la calidad se ve reflejada si se cumple con satisfacer los
requerimientos de los estudiantes.
Formular
un concepto de calidad de la educación desde una perspectiva ajena a las
tratadas en el párrafo anterior, sugiere cambiar el foco y situarlas entonces
desde el sujeto, no desde el sistema educativo, sino que centrado en los
protagonistas de la educación, enfocarse en el que aprende y en aquellos que
participan en su proceso educativo, considerando como uno de los criterios para
medir la calidad de la educación, el deseo de saber. De aquí radica la
necesidad de evaluar la calidad de la educación como una investigación, como
una ciencia aplicada, en la cual se deben considerar los aspectos pasados, los
acontecimientos presentes y las proyecciones de lo que se desea para una
educación de calidad para todos.
Se
debe entender que la educación es un bien
público y un derecho humano del que nadie puede ser privado, ya que contribuye
al desarrollo de los pueblos y las sociedades[3],
por lo tanto es de suma urgencia dar importancia a los temas que abarca la
educación de calidad.
De
esta manera se puede entender que la educación de calidad juega un papel muy
preponderante en la tarea de combatir los grandes problemas que azotan al país
y a la región: la pobreza, la falta de oportunidades, la injusticia y la
inequidad social.
Si
bien, como se planteó en un comienzo, es importante garantizar el acceso a un
sistema educacional, también es relevante que este sistema se rija a través de
políticas que promuevan la integración a la nueva sociedad actual, la sociedad
del conocimiento, entregando herramientas necesarias para enfrentar los
desafíos que propone la aldea global, la
educación para el desarrollo sostenible (EDS) significa aprendizaje a lo largo
de toda la vida para adquirir valores, conocimientos y competencias que ayuden
a niños, jóvenes y adultos a hallar nuevas soluciones para los problemas
sociales, económicos y medioambientales que les afectan[4].
Para
que se logren estos objetivos, se vislumbra como una necesidad la modificación
radical de las estructuras curriculares, prácticas docentes y la pedagogía,
adaptarlos para que adquieran mayor flexibilidad y diversidad en la forma de
abarcar los preceptos en los cuales se basa la educación formal a través de
todo el sistema educacional.
Son
diversas las metas que se debe plantear el sistema formal, ya que no tan solo
debe empeñarse en ampliar las matriculas, sino que también integrar políticas
educacionales que aseguren una educación de calidad, a todos los sectores de la
sociedad, sobre todo a los más marginados, garantizándole a los estudiantes una
experiencia exitosa en la preparación académica. Este esfuerzo debe traspasarse
también, a la actividad docente, a los planes y programas que rigen el
currículo, y a la relación existente entre la sociedad y la escuela. De esta
manera, se hace necesario incluir en esta experiencia, los aspectos no formales
de la educación, las cuales deben considerar las necesidades del aprendizaje en
su amplio espectro.
Los
docentes, los padres, los directivos y sobre todo los estudiantes tienen la
responsabilidad de ayudar en el proceso educativo. La familia juega un papel
fundamental en la formación inicial de los estudiantes, los directivos deben
tener la capacidad de dirigir la acción de los participantes de las
instituciones, los docentes deben generar un clima adecuado para el aprendizaje
de los estudiantes y estos deben demostrar el compromiso y el deseo de
colaborar en su proceso educativo. La unión de estos sectores de la educación
(formal y no formal) tan solo apuntan a promover la equidad, y a garantizar
políticas educacionales que aseguren una educación de calidad.
A
través de la educación de calidad se da lugar a una solución a las grandes
problemáticas actuales, y dando origen a sociedades sostenibles y justas, donde
la responsabilidad social es un eje central en el planteamiento e
implementación de políticas educacionales que busquen constantemente una
educación de calidad para todos.
Sebastián Díaz López
Estudiante de Pedagogía en Educación Básica
[1] Edwards, Verónica, “El concepto de calidad de
la educación”, pág. 14, Unesco/Orealc, Santiago, Chile, 1991.
[2]
Edwards, Verónica, “El concepto de calidad de la educación”, pág. 13,
Unesco/Orealc, Santiago, Chile, 1991.
[3]
Unesco, “Educación de calidad, equidad y desarrollo sostenible”, página 6,
Unesco, 2008.
[4]
Unesco, “Educación de calidad, equidad y desarrollo sostenible”, página 5,
Unesco, 2008.
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